JESUCRISTO NO ES DIOS
JESUCRISTO NO ES DIOS
Victor Paul Wierwille
Introducción:
Para muchos cristianos no existe ninguna afirmación que tenga más peso emocional que decir que "Jesucristo no es Dios". Lo puedo entender. Crecí en una denominación cristiana que enseñaba que la figura de Dios era una trinidad, esto es, "Dios el Padre, Dios el Hijo, Dios el Espíritu Santo." A pesar de que su significado seguía perturbando mi mente, acepté esta doctrina porque respetaba la sinceridad de mis maestros. Recuerdo vívidamente que cuando tan sólo con 16 años de edad le pedí a mi santo pastor que me explicara la trinidad. Desde ese entonces he investigado para entender esta doctrina que ha sido considerada la piedra angular del cristianismo desde los pasados quince siglos.
He tenido acceso y he leído los más grandes libros en teología sistemática, tanto del pasado como las publicaciones actuales. Por años he hecho mi máximo esfuerzo al evaluar todo lo que pude encontrar, además de estudiar directamente con eruditos bíblicos. Le he pedido a teólogos de carácter intachable que discutan la trinidad conmigo y sin embargo, nunca encontré más sustancia que lo que el pastor de mi infancia me dijo hace 42 años: "Nadie puede explicar la trinidad. Simplemente la aceptamos por fe."
Conozco aquella escritura que dice que Dios no nos ha revelado todos sus secretos:
"Deuteronomio 29:29
Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley."
Pero también sé que Dios nos ha revelado todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad.
"2 Pedro 1:3
Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,"
Así que, mientras estudiaba la Palabra de Dios en las décadas pasadas, siempre mantuve a la trinidad en mi mente, esperando encontrar la clave para entenderla y que no fuera otro de los secretos de Dios.
Pero, a través de los años, mientras más cuidadosamente investigaba la Palabra de Dios para conocerla, menosconseguía corroborar la trinidad. A pesar de que siempre había aceptado la idea de un Dios trino, continuamente encontraba evidencia en la Palabra de Dios que socavaba la trinidad cristiana.
Si hace 42 años o 30 o tal vez 20 años alguien me hubiera sugerido que Jesucristo no era Dios, yo también me hubiera ido de espaldas. Pero para mí ha sido un aprendizaje gradual y, por lo tanto, un proceso de olvidar lo aprendido mientras progresivamente adquiría conocimiento de Dios y de su Hijo.
No comencé la investigación de este tema partiendo de un marco negativo; nunca fue parte de mi motivación desmentir la trinidad. Si la Biblia enseñara que existe una trinidad cristiana, felizmente la habría aceptado. Obviamente, cuando una persona realiza una investigación sin preconcebirla, ésta no determina de antemano lo que se conseguirá. Una investigación no comienza con las respuestas sino con la búsqueda de las respuestas. No escogí deliberadamente encontrar lo que he encontrado. Además, mi conclusión no es, por lo tanto, una idea de última hora que sea iconoclasta[1], ostentosa o controversial. No he escrito mis años de investigación para ser polémico, pero tampoco pido disculpas. Simplemente quiero proponer mis estudios como obrero de Dios, sabiendo que si la investigación es una correcta división de la Palabra de Dios, entonces muchos de los que la crean serán bendecidos. Si mi investigación es una división incorrecta de la Palabra de Dios, entonces me presentaré ante Dios como obrero reprobado. Cualquiera que sea el camino, acepto completa responsabilidad. He revisado la Palabra de Dios una y otra vez muchas veces, y por lo tanto estoy convencido más allá de la sombra de una duda que Jesucristo no es Dios sino que es el Hijo de Dios. Si no estuviera totalmente persuadido, no hubiera pensado en convertir esta tesis en un ensayo escrito.
Me doy cuenta de que estoy pidiendo mucho a los lectores de este estudio, porque lo que me ha tomado varias décadas de investigación, se los expongo en una rápida lectura. Lo que he tenido tiempo de reconsiderar y canalizar a través de la Palabra de Dios, ustedes lo están viendo en una rápida progresión. Lo que he tenido que olvidar de mi crianza y cultura religiosas, ustedes lo están enfrentando completamente al descubierto. En otras palabras, he tenido tiempo de estudiar y cambiar mis concepciones cuando ha sido necesario; también ustedes necesitarán más tiempo de lo que permite una sola lectura de la investigación contenida en este volumen. Después de todo, una investigación no sólo implica una lectura simple y corrida; denota estudio, observación y consideración, todo separado de las emociones. Un tema tan absolutamente importante como Dios y su Hijo Jesucristo ciertamente merece el más claro y mejor pensamiento tanto de ustedes como de mi parte.
Antes de que sigamos adelante, tenemos que definir nuestros términos. Mucha gente puede desviarse, porque mientras podemos estar usando el mismo lenguaje o palabras, puede que no queramos decir la misma cosa. Primero que nada, déjenme darles la definición ortodoxa de la trinidad cristiana. La doctrina de la trinidad afirma que el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, y juntos, no por separado, ellos forman un Dios. La trinidad es co-eterna, sin principio ni fin y co-igual[2].
Esto define la doctrina de la trinidad y esto es lo yo creo que la Biblia no enseña. Con todo mi corazón creo que la Biblia enseña que (1) Dios es el padre de nuestro Señor Jesucristo, que (2) Jesucristo es el Hijo de Dios y que (3) Dios es Santo y es Espíritu.
En el Nuevo Testamento, Jesucristo es mencionado como el Hijo de Dios 68 veces;en ningún lugar aparece "Dios el hijo". Decir que "Hijo de Dios" significa o equivale a "Dios Hijo" niega totalmente las reglas del lenguaje y lo hace completamente inútil como herramienta de comunicación.
En otras palabras, estoy diciendo que Jesucristo no es Dios, sino el Hijo de Dios. No son "co-eternos, sin principio ni fin y no son co-iguales". Jesucristo no estaba literalmente con Dios en el principio; tampoco Jesucristo tiene todos los recursos que Dios tiene. La investigación en este libro les mostrará porqué creo lo que creo.
Quizá muchos cristianos no han cuestionado nunca o reflexionado detalladamente la doctrina de la trinidad. La idea está tan bien enraizada en los cristianos feligreses y los que creen en la Biblia, que pocas veces reflexionamos sobre las implicaciones de un Dios trino. ¿Qué más da si Jesucristo es Dios o el Hijo de Dios? La diferencia y la importancia de esta diferencia es la razón básica para escribir este libro. Si Jesucristo es Dios y no el Hijo de Dios, todavía no hemos sido redimidos. La diferencia es así de importante, así de crítica.
Como algo preliminar a la investigación, notemos que la Biblia dice que hay dos tipos de doctrina: la doctrina hecha por el hombre- lo que la mente del hombre ha pensado o concluido- y la doctrina respirada de Dios- la cual santos hombres hablaron y escribieron de la forma en que les fue revelada por Dios.[3] Ahora, ¿cómo vamos a saber si lo que creemos es la verdad de Dios o la opinión del hombre? Comprobándolo con la Palabra de Dios. La Biblia, siendo en su forma original la Palabra revelada de Dios al hombre, dice la verdad, ya que Dios es verdad. Para obtener la doctrina de Dios, tenemos que dividir correctamente la Palabra de Dios.
"2 Timoteo 2:15
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad."
Tenemos que estudiar la Palabra de Dios para conocer Su voluntad. Mientras dividamos correctamente la Palabra de verdad, tenemos la doctrina correcta, esto es, el conocimiento y la creencia correctos. Cuando dividimos incorrectamente la Palabra, tenemos falsa doctrina, la doctrina hecha por el hombre.
Debido a las múltiples creencias diferentes que se enseñan hoy en el mundo cristiano, es evidente que no toda doctrina proviene de la Palabra correctamente dividida. Por lo tanto, es responsabilidad de cada creyente cristiano comprobar para ver si estas doctrinas varias se originaron en la división correcta o incorrecta de la Palabra de Dios.
Este libro es la suma de mi búsqueda personal para saber y comprobar si la teoría de la trinidad es una doctrina hecha por el hombre o es una doctrina respirada de Dios. El primer capítulo de este estudio es una visión histórica de la evolución de la trinidad. Esta doctrina se nutrió de religiones no cristianas y la acreditaron hombres de la iglesia bajo favores políticos.
El segundo capítulo comienza con la búsqueda bíblica. ¿Quién es Jesucristo? ¿Es Dios? ¿O es el Hijo de Dios?
El estudio culminante es el tercer capítulo "El Hombre--Redentor del Hombre." Nuestra propia redención, el punto crucial sobre el cual se basa todo el cristianismo depende de que Jesucristo sea hombre y no Dios. Nuestra Pascua, que fue Jesucristo, fue torturado, crucificado, muerto y enterrado, tenía que ser una oveja de la manada. Dios, a duras penas podría calificar como uno de nuestros hermanos, pero su Hijo si podría.
Una de nuestras escrituras más bellas y sin embargo, más ilógicamente interpretadas se encuentra en el primer capítulo del Evangelio de Juan. El capítulo final de este libro, titulado "¿Quién es el Verbo?" se refiere a Juan 1:1, y es un estudio elaborado con los primeros 18 versículos de esta gran revelación.
El libro finaliza con una breve conclusión y seis apéndices para un estudio más detallado de ciertos aspectos referentes a Dios, Jesucristo y el espíritu santo.
Antes de concluir, permítanme desnudar mi alma. Decir que Jesucristo no es Dios de ninguna manera degrada la importancia y el significado de Jesucristo en mi mente. Solo eleva a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, a su posición única, exaltada y sin paralelos. Sólo Él es Dios.
Creo que la Biblia enseña que Jesucristo es el hijo del hombre porque tuvo a un ser humano por madre; y es el Hijo de Dios porque Dios creó su concepción. Así que, basándonos solo en su parentesco con Dios, a parte de su escogencia de vivir una vida perfecta, de ninguna manera hacemos de Jesucristo un ser humano común y corriente, sin méritos. Además, es el juicio de un tonto decir que no elevo y respeto la posición del Señor Jesucristo simplemente porque no creo que la evidencia designa a Jesucristo como Dios, ya que en lo profundo de mi ser, lo amo con todo mi corazón, alma, mente y fuerzas.
Él fue quien me rescató de las tinieblas.
Él fue quien me salvó cuando estaba muerto en delitos y pecados.
Él fue quien me dio el nuevo nacimiento de la vida eterna de Dios- la
cual es Cristo en mí, la esperanza de Gloria.
Él fue quien me dio remisión de pecados y continúa dándome perdón de pecados.
Él fue quien me llenó a capacidad por medio de la presencia de Dios en Cristo en toda la plenitud del regalo de Dios: el espíritu santo.
Él fue quien hizo en mí sabiduría, justicia, santificación y redención.
Él fue quien me llamó y me sentó en los lugares celestiales.
Él fue quien me dio su gozo, paz y amor.
Él fue quien me designó como vocero de la certera Palabra de Dios; que sea yo encontrado fiel en ese llamamiento.
Él es quien es el todo en todo para mí, para que yo pudiese dar mi todo por él
Él es quien es el Hijo unigénito de Dios.
Que yo como hijo de Dios viva siempre para glorificar a Dios a quien los hombres sólo pueden conocer por medio de su Palabra escrita, la Biblia, y por su Palabra declarada, su Hijo Jesucristo.
A pesar de todas mis debilidades
humanas y mis defectos, me empeño en amarlo con todo mi ser. Amo a Jesucristo y
al único Dios que lo envió. Que la misericordia y gracia de Dios sean
magnificadas por nuestro testimonio de Él, quien dio a su Hijo para que
pudiéramos tener vida y tenerla en abundancia- sí, esa vida que es eterna y por
lo tanto más que abundante
[1] Esto es, hereje, aquel que niega, rechaza y destruye el culto a las imágenes sagradas, y persigue a quien las venera.
[2] William Wilson Stevens, Doctrine of the Christian Religion (Doctrina de la Religion Cristiana). (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1967), p.p.113-122.
[3] 2 Timoteo 3:16 "y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia"
